Después espolvoreamos el pollo con semillas de sésamo y metemos el pollo al horno sobre la rejilla, que a su vez estará sobre la bandeja del horno para que pueda recoger los jugos que vaya soltando el pollo.

Dentro de la bandeja, colocamos medio litro de agua, para mantener un alto nivel de vapor en el horno y para que recoja los jugos con los que luego haremos la salsa. Es importante ser generoso con las capas de salsa de mango y naranja, y repetir de cuando en cuando, reforzando la cobertura de salsa, para que se vaya formando una capa sobre el pollo.

Damos la vuelta al pollo de cuando en cuando para que se ase por igual por todas partes. Al darle la vuelta, recordamos untar más salsa en las zonas donde se vea que falta. También pinchamos los muslos de vez en cuando y las zonas cercanas a la pechuga donde se abombe la piel, para que expulse los jugos que caerán en la bandeja.

Poco a poco, el pollo irá tomando un color dorado. Cuando lleve aproximadamente una hora, dependiendo del peso del pollo y de vuestro horno, estará listo. Guiaros por los tiempos habituales cuando hacéis un pollo asado con limón o pollo ensartado en lata de cerveza. En mi caso, fueron necesarios 65 minutos cuando lo hice con el pollo de una pieza, y 55 cuando lo hice con dos medios pollos.

Para hacer la salsa, recogemos el contenido de la bandeja, que tendrá el agua que no se haya evaporado, los jugos del pollo y la parte de la salsa de mango que haya caído o escurrido desde la superficie del pollo. Lo calentamos en un cazo, y lo reducimos al gusto. Probamos y rectificamos de sal, y si queremos (yo quise) añadimos un par de cucharadas más de nuestra salsa de mango y naranja picante. Removemos para que se integren los sabores y lo llevamos a la mesa en salsera para el que quiera añadir más.

Cocemos la pasta de la guarnición y trinchamos el pollo, sirviendo inmediatamente. Si probáis el pollo asado en el horno con salsa de mango y naranja picante, seguro que repetiréis. Nosotros lo hicimos.